El investigador E. M. Jellinek, en un estudio realizado por la Universidad de Yale, en Estados Unidos, identificó 4 etapas del alcoholismo, específicas y predecibles, aun cuando pueden pasar muchos meses, hasta años, entre la aparición de una a otra.
El alcoholismo es una enfermedad crónica, sistemática, degenerativa y análoga a otras enfermedades incapacitantes como la esclerosis múltiple, que se da en personas que pasan del uso al abuso de bebidas alcohólicas y de ahí a la dependencia y a la adicción.
Primera etapa: beber para escapar del estrés
En esta primera etapa, cuando la persona consume alcohol, experimenta una notable reducción de la fatiga y bajos niveles de tensión. Durante un período de entre seis meses y dos años, el futuro alcohólico comienza a beber casi todos los días para lograr esa relajación. Por lo general, tiene mayor tolerancia al alcohol que el promedio de las personas.
Segunda etapa: “no recuerdo lo que ha ocurrido”
La segunda etapa del alcoholismo viene asociada a la aparición brusca de los llamados “apagones de memoria”. Estos apagones, por lo común, se refieren a la memoria intermedia, a actividades o conversaciones acaecidas el día anterior a un episodio de bebida. El recuerdo de hechos anteriores y posteriores a ese hueco permanece intacto.
En esta etapa, la persona comienza a advertir que su consumo de bebida ha llegado a un nuevo nivel y empieza a asociar la tensión o la culpa con esa actividad. Es probable que comience a beber a escondidas.
Tercera etapa: del control al caos
En la investigación de Jellinek, esta fase sería crucial, puesto que es en la que el bebedor pasa de una intención más o menos controlada a un comportamiento descontrolado y compulsivo.
El adicto reaccionará de inmediato a la tensión con el reflejo de beber e incluso propiciará incidentes para justificar el consumo de alcohol. Es frecuente que comience el día con una copa y pase la velada embriagándose seriamente. Esta etapa puede durar años, en los cuales el adicto es capaz de retener un trabajo y de funcionar en sociedad, aunque las relaciones cercanas comienzan a deteriorarse.
Cuarta etapa: tolerancia invertida
Etapa denominada como fase crónica, se distingue por prolongados períodos de embriaguez. Aparecen problemas graves relacionados con la salud física y mental, con las relaciones personales, profesionales y jurídicas. Cada periodo de abstinencia, aunque sea breve, produce síntomas dolorosos y atemorizantes y el adicto beberá para evitarlos. La tolerancia al alcohol disminuye de golpe y pequeñas cantidades de alcohol provocarán ebriedad. Esto se conoce como tolerancia invertida.
Una curiosa experiencia
Durante esta cuarta etapa, según el estudio de Jellinek, una mayoría de alcohólicos (alrededor del 60%), atraviesan una experiencia que tiene importantes consecuencias en el posterior tratamiento de la enfermedad.
Cuando estas personas “tocan fondo” y se sienten atrapadas por una desesperación total, de manera inesperada viven una especia de despertar espiritual. Empiezan a convocar a un espíritu superior que los rescate de las profundidades en que se han sumido. Un pequeño porcentaje de alcohólicos viven un momento de revelación dramática, similar a una conversión religiosa, en la que reconocen que están en manos de un destino supremo. En otras palabras, viven una especie de éxtasis.
Esta experiencia ha sido aprovechada por grupos de orientación espiritual y religiosa para “rescatar” a estas personas de su situación.
Más allá de esto último, lo que este estudio arroja es cómo el consumo de alcohol, en ocasiones, puede derivar en una enfermedad grave y con consecuencias negativas para la integridad de la persona y su entorno. Se hace necesario ofrecer modelos de tratamiento cualificados y profesionales para intervenir antes de que la enfermedad se apodere de la persona. Por ello es positivo conocer estas etapas.
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