Las tragaperras no son un juego

Las tragaperras no son un juego

Hasta el año 1977 no fue legalizado en España el juego. No obstante, su auténtico auge se hizo realidad con la legalización de las máquinas tragaperras 1981, cuatro años después. Desde entonces se vinieron definiendo los perfiles de lo que conocemos como jugadores patológicos. 

Este problema del juego patológico había alcanzado en los 90 unas cotas preocupantemente elevadas que hicieron saltar las alarmas sociales con toda razón. Los afectados se contaban por varios cientos de miles, afectando esto no solo a los individuos que introducían la moneda, sino también a sus familias. Las consecuencias obligaron al Gobierno de entonces a adoptar medidas de control, reduciendo el número de licencias de las máquinas tragaperras existentes.

Aumento de la sensibilidad social

Afortunadamente todo ello contribuyó también a que surgiera una creciente sensibilidad social que ha hecho que la percepción de riesgo sobre el juego haya aumentado en España. El resultado de todo este acontecer histórico en nuestro país es que recientemente el Gobierno ha implementado nuevas políticas de contención. Otra consecuencia ha sido el aumento de información sobre el juego patológico en los medios sociales y la creación de recursos asistenciales para su tratamiento. A pesar de ello, siguen siendo insuficientes. 

Más allá de lo que estas reacciones puedan significar al problema del juego patológico, las medidas adoptadas por la administración no son suficientes ante el ávido interés por parte de la industria por ampliar la oferta de juego, en parte también facilitado por un Estado que ingresa una gran cuantía de dinero gracias al juego en concepto de impuestos.

Nos hemos convertido por lo tanto en uno de los países del mundo con más tragaperras por millón de habitantes. En 2013 se contabilizaba 1 por cada 125 españoles adultos. Ese mismo año los españoles gastamos en juegos 28.122 millones de euros, de los cuales 8.136 millones fueron en máquinas tragaperras, el 30% del total del gasto en juego. 

Las consecuencias son preocupantes

Los datos que hacen patente tal problema y las consecuencias que acarrea son demoledores. Las tres cuartas partes de las personas que demandan asistencia clínica por problemas de juego patológico en España son adictos a las máquinas tragaperras. Éste es uno de los juegos de azar más accesible para adolescentes y jóvenes españoles durante 40 años, contando también con el de mayor poder adictivo. De ahí que en la clínica sea normal en muchos casos que se den uno o más trastornos mentales y del comportamiento asociados al juego patológico.

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