Vamos avanzando poco a poco en la identificación de las trampas de la adicción y en el desmontaje de los autoengaños. A quién no le suenan expresiones como “Yo no tengo ningún problema con la bebida; es mi familia la que piensa que lo tengo”, “Mi familia exagera; sólo consumo dos o tres veces al año”, “Mi familia ve un problema donde no lo hay; he venido para que se queden tranquilos y me dejen en paz de una vez”.
Estas expresiones son manifestación de un discurso relacionado con el diferente grado de percepción de la adicción por parte del que la padece y de su entorno familiar. En artículos anteriores vimos cómo una de las características de la personalidad del adicto es precisamente minimizar su problema con la droga. Para el adicto, los demás ven el problema con unas dimensiones que él considera exageradas (https://clinicaefficiens.com/que-caracteriza-a-la-persona-que-padece-una-adiccion/).
El consumo y la adicción han provocado una desestructuración en la vida del adicto y en casa las cosas empiezan a no marchar bien. La desconfianza hacia el adicto hace acto de presencia y él lo percibe. La desconfianza lleva al distanciamiento y el adicto poco a poco va refugiándose en su adicción que cada vez intenta ocultar y disimular para que no se noten mucho sus efectos. Ese bucle de desconfianza, distanciamiento, ocultamiento, engaño y disimulo va haciéndose cada vez más insoportable y estresante.
Pero a pesar de todo ello, el adicto no considera que tenga problema alguno, ya que el problema lo tienen los demás, que son los que no están bien. El discurso de la mente adictiva es el siguiente: “Tú eres una persona normal y corriente. Los demás son los que no confían en ti y son ellos los que ven problemas donde no los hay.” Este discurso es una trampa que tiene como finalidad que el adicto no salga de su adicción.
Después de identificar estos pensamientos engañosos y familiarizarse con ellos, siguiendo el proceso para desarmarlos, toca ahora cuestionarlos:
- No conviene malgastar tiempo y esfuerzo en pensar quién es el responsable de esa situación conflictiva en la familia. Por lo tanto, no merece la pena pararse a buscar culpables.
- Que el adicto se interrogue honestamente si el tratamiento le va a perjudicar o no. Seguro que sea lo que sea, no va a salir perdiendo. No pierde nada por ir a un centro.
- Dado que las cosas están como están en la familia, ¿no puede pararse a pensar el adicto que es lo mínimo que puede hacer para que mejore la situación?
El adicto conoce la respuesta en lo más profundo y sabe que, aunque piense que no lo necesita, peor no le va a ir. No pierde nada si va a tratamiento. Todo lo contrario, quizás puede que a todos en la familia les venga bien participar en este tratamiento.
La experiencia nos dice que mirar para otro lado, disimular, tanto familiares como enfermos, no soluciona nada. A la larga empeora las cosas. Las cosas no se solucionan ignorándolas, sobre todo cuando se trata de la salud. A veces el abordaje comienza por la familia, para terminar conjuntamente recuperando al adicto y seres queridos. Aunque acudir a terapia suponga un momento de crisis, es necesaria para emprender una recuperación.
La Clínica Efficiens, centro de desintoxicación en Córdoba cuenta con un equipo multidisciplinar que puede ayudarte a solucionar el problema de la adicción tanto si lo sufres tú como algún familiar. No dudes en ponerte en contacto con nosotros si necesitas ampliar información o recibir orientación profesional.