No quisiera que nuestros lectores sacaran de este artículo sobre la prevención de conductas adictivas solo y exclusivamente una conclusión en forma negativa tipo eslogan, como, por ejemplo: “NO A LA DROGA”. Más bien, sería más apropiado que el mensaje de fondo que quedara en los padres, educadores, familias o jóvenes que nos sigan fuera en clave positiva, como, por ejemplo: “SÍ A UNA VIDA SALUDABLE”, “SÍ A UNA SANA DIVERSIÓN.”
Porque precisamente la prevención es eso: ofrecer a la sociedad un recurso adecuado para que los niños y jóvenes opten en su mayoría por una vida llena de hábitos saludables y se alejen lo máximo posible de conductas que a la larga generan dolor, destrucción y, también conviene decirlo, muerte. ¿Acaso no es posible una diversión sin ese tipo de conductas? Claro que lo es.
Pero como muchas cosas en la vida, es necesario crear ambientes propicios desde pequeños. Y esos ambientes comienzan por los principales y primeros agentes de socialización de la persona humana: la familia, el colegio y el grupo de amigos.
Este primer artículo lo centraremos en la familia, puesto que el grupo familiar es uno de los temas más estudiados en la prevención ya que es el ámbito donde la persona crece y va forjándose su personalidad y valores a través de las experiencias vividas en este núcleo.
Así pues, podemos llegar a establecer una serie de factores a tener en cuenta que contribuyen a un buen desarrollo de las habilidades necesarias para minimizar el impacto que las adicciones u otras conductas indeseables pueden tener en la vida de los niños y jóvenes. Veámoslo:
- El apego familiar. Uno de los principales factores a tener en cuenta es la relación de apego con los padres, que influye de manera destacada en la conformación de la personalidad y en la adquisición de los recursos necesarios para el afrontamiento de las dificultades que irán apareciendo a lo largo de la vida. Algunos estudios han concluido que los adolescentes que crecen en una familia con un apego seguro, con padres disponibles, empáticos, que han sabido interpretar y cubrir las necesidades del niño, aceptando su individualidad y ayudándole a regular emocionalmente al menor desde el afecto, con posibilidad de tratar abierta y directamente los conflictos, tienen más probabilidades y facilidades para llegar al logro de su identidad.
- El tipo de crianza. Dentro de este factor es conveniente diferenciar dos dimensiones: control y calidez paterna. Juntas, estas dimensiones configuran los cuatro posibles estilos de crianza: autoritario, con elevado control y baja calidez; permisivo, con bajo control y elevada calidez; democrático, con alto control y alta calidez; e indiferente, con bajo control y baja calidez. Los hijos de padres con un estilo democrático tienden a tener confianza en sí mismos, un mayor control personal y son más competentes socialmente.
- Estructura familiar. En este apartado podemos incluir el factor que hace que en una familia estén bien determinados y claros los estándares de conducta de cada uno de los miembros, siendo necesario establecer límites y creencias saludables dentro de su sistema de valores. También contribuyen positivamente las altas expectativas por parte de los padres, que no significa lo mismo que aspiraciones. La diferencia radica en que, así como una aspiración simboliza el deseo del individuo, aquello que ansía alcanzar, la expectativa, por su parte, se refiere a aquello que de manera realista el individuo espera alcanzar. En este sentido, los padres deben tener un sentido de confianza positivo en los hijos, pero siempre realista.
- Clima familiar. A medida que aumenta la importancia que se otorga a la familia y a los valores que la rodean, especialmente a la proximidad y a la intimidad con los padres, incrementa la supervisión paterna sobre las actividades y amistades de los hijos y disminuyen en general las conductas de riesgo de estos, particularmente el uso de sustancias. Es importante que el niño crezca en una dinámica familiar positiva para ir adquiriendo habilidades útiles que en un futuro le va a venir bien haber adquirido.
Por contraposición, conviene también alertar de ciertas tendencias en el ámbito familiar que resultarán ser un factor de riesgo y aumentará las probabilidades de desarrollar un posible trastorno desadaptativo en el joven. Se hace necesario, en el ámbito de las adicciones, vigilar el consumo de sustancias por parte de los padres y sus actitudes hacia el mismo, lo cual constituye un factor fundamental en el uso y abuso de sustancias. Padres por ejemplo que dicen: “Yo de joven también he consumido y no me ha pasado nada”, “No es tan malo que de vez en cuando beba alcohol”, o lo hacen delante de sus hijos, lo que están favoreciendo es una normalización del consumo que a la larga desencadenará un problema de adicción en los menores. Es preciso que existan normas claras y explícitas con respecto al consumo de sustancias en el clima familiar.
Algo que también termina por contribuir es la presencia de psicopatología en los padres. A su vez, como ya hemos hablado también en nuestro blog, un consumo de sustancias aumenta la probabilidad de desarrollar problemas de salud mental, estableciéndose esa relación que se retroalimenta y que está tipificada como patología dual (https://clinicaefficiens.com/patologia-dual/).
Si quieres saber más sobre el papel de la familia en la prevención de conductas problemáticas y consejos para la adquisición de habilidades para el aprendizaje y la crianza positiva, no dudes en ponerte en contacto con la Clínica Efficiens, centro de desintoxicación en Córdoba, donde te atenderemos, valoraremos tu problema e intentaremos ayudarte a solucionarlo.