El tabaco es una droga estimulante del Sistema Nervioso Central cuyo componente principal es la nicotina, que tiene un enorme potencial adictivo. Esta sustancia es la responsable de que su consumo produzca dependencia.
Durante la combustión del tabaco se originan más de 4.000 productos tóxicos diferentes, caracterizados por su especial peligrosidad y por las enfermedades a que pueden asociarse. Cabe destacar entre esos muchos, los siguientes:
- Alquitranes: responsables de los distintos tipos de cáncer.
- Monóxido de carbono: favorece las afecciones cardiovasculares.
- Irritantes (fenoles, amoníacos, ácido cianhídrico): responsables de enfermedades respiratorias como bronquitis crónica y enfisema pulmonar.
- Nicotina: responsable de la dependencia. Tiene una vida media aproximada de dos horas y a medida que disminuye su concentración en sangre aumenta el deseo de fumar.
El tabaco es un asesino lento pero seguro, de tal forma que los riesgos asociados a su consumo tarde o temprano el cuerpo los padecerá. Constituye la segunda droga legal más consumida en España después del alcohol y el inicio en su consumo tiene lugar a edades cada vez más tempranas. Aunque ha existido un esfuerzo por parte de las autoridades para realizar una correcta prevención (prohibición de anuncios publicitarios, advertencias en los envases y productos relacionados con el tabaco) que ha tenido su fruto, lo cierto es que su uso continúa teniendo una prevalencia preocupante.
También hay una tendencia en los últimos años por sustituir el cigarrillo industrial por el cigarrillo electrónico (conocido como vapeo) incluso como una forma de pseudoterapia para reducir su consumo. Lo cierto es que no disponemos de suficiente segmento de tiempo para hacer una valoración de los posibles riesgos, aunque ya se percibe por los expertos ciertas consecuencias mortalmente asociadas al uso del vapeo entre otras cosas por su incidencia directa en el aparato respiratorio y por los productos químicos usados en la fabricación de los diferentes líquidos que se transforman en vapor.
A todos los riesgos asociados al uso del tabaco, conviene resaltar también las consecuencias para las personas afectadas indirectamente, como los fumadores pasivos (sobre todo los niños) y el riesgo para el feto en las mujeres embarazas.
Continuando con los anteriores artículos sobre otras sustancias psicoactivas, destacamos los siguientes mitos y realidades:
- MITO: «Fumar un cigarrillo relaja y alivia el estrés.» REALIDAD: El tabaco es un estimulante por lo que no tiene propiedades relajantes. La falsa sensación de alivio al fumar es debida a la supresión de los síntomas de abstinencia producidos por la falta de nicotina en el cerebro.
- MITO: «Los cigarrillos bajos en nicotina no hacen daño, no son cancerígenos.» REALIDAD: Aunque éstos son menos nocivos, se suelen fumar en mayor cantidad para conseguir la misma cantidad de nicotina en sangre. Esto hace que sus ventajas queden anuladas y los riesgos se igualen a los de los cigarrillos normales.
- MITO: «El tabaco contamina, pero más los coches y las fábricas, así que si podemos ser víctimas de contaminación ambiental ¿por qué preocuparnos?.» REALIDAD: No hay que olvidar que el tabaco está presente en una tercera parte de todos los cánceres diagnosticados, porcentaje lo suficientemente preocupante como para tener en cuenta sus riesgos.
- MITO: «Puedo dejar de fumar cuando quiera.» REALIDAD: Esto forma parte del autoengaño de una persona que tiene una adicción. La dependencia del tabaco es difícil de cortar y para dejar de fumar hay que tener voluntad firme y no muchas personas lo consiguen sin ayuda.
- MITO: «Cuando se deja de fumar se pasa muy mal, es peor el remedio que la enfermedad.» REALIDAD: Es cierto que la dependencia a la nicotina provoca malestar cuando se deja de fumar. Pero esta sensación es temporal y sólo al principio de dejarlo. Sin embargo, los beneficios son muy evidentes y aparecen a los pocos días de abandonar el consumo, agradeciéndolo el organismo desde el primer día.
- MITO: «Si se deja de fumar, se engorda.» REALIDAD: Es uno de los mitos más utilizados para justificar el mantenimiento en la adicción al tabaco. Aunque es cierto que fumar quema calorías por sí mismo y tras su abandono se puede producir un aumento de peso, lo que realmente hace que se engorde es la ansiedad por el síndrome de abstinencia, el “picoteo” entre horas y la mejora del gusto y el olfato al dejar de fumar. Todo ello se puede compensar con una dieta saludable y con la realización de ejercicio moderado además de que existen técnicas de tipo psicológico y farmacológico que son eficaces para este problema.
- MITO: «Dejar de fumar es casi imposible.» REALIDAD: La dificultad para dejar de fumar es característica común a todas las adicciones precisamente por ser una adicción. Pero es posible. Actualmente existen muchos recursos, psicológicos y farmacológicos, que están probados eficazmente en el abandono de la adicción al tabaco.
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