La legalización del cannabis

La legalización del cannabis

A finales del mes de octubre volvieron de nuevo a removerse las aguas en lo referente al debate sobre la legalización del cannabis. Al margen del debate político que suscita, como profesional del campo de las adicciones se me ofrece la posibilidad de recordar ciertos aspectos.

Partimos de un dato: la marihuana es la droga ilegal más consumida en España. Además, su uso es más frecuente a edades cada vez más tempranas. Está muy normalizado su consumo en todo el país y los datos de incidencia son análogos y extrapolables a Andalucía y la provincia de Córdoba. Según datos del Plan Nacional sobre Drogas en su último estudio (2019), el 35,5% de la población comprendida entre 15 y 65 años ha consumido cannabis, en forma de marihuana o hachís, alguna vez en la vida y en los últimos 30 días el 8%, estando la edad media de inicio en torno a los 18,5 años.

A esto hay que sumar también la percepción de riesgo por parte de la población. Muchos padres han consumido marihuana o hachís en su juventud y han comprobado que no han desarrollado una adicción. Después, con el paso de los años, ven que sus hijos consumen cannabis y le quitan importancia. Sin embargo, la comunidad científica nos ayuda a desmontar algunas creencias falsas sobre esta droga:

1. ¡Pero si todos fuman!

Que su uso esté muy extendido no quiere decir para nada que sea inofensivo. También el consumo de tabaco está muy extendido y nadie duda de sus factores nocivos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la adicción como una enfermedad crónica del cerebro previa al consumo. Esto quiere decir que estaba ahí antes de probar el primer porro o tomar la primera copa y, por muchos años que dure la abstinencia, te acompañará hasta el último día de tu vida. 

La adicción es una enfermedad y no es lo mismo que una persona no adicta se fume un porro a que lo haga una persona adicta. ¿Por qué? Porque lo que caracteriza a esta enfermedad es el deseo compulsivo e incontrolable de buscar y consumir. Es decir, ese porro a ti no te generó un desequilibrio, pero si tu hijo es adicto, entonces en él está abriendo la caja de Pandora.

2. Son cosas de jóvenes

El ambiente del adicto no se puede desentender culpando a “cosas de la edad” una determinada conducta, sobre todo cuando hablamos de adicción. De hecho, todos los programas de prevención en adicciones implican a la familia y al entorno de los adolescentes y jóvenes. Como dice la Dra. Judith Grisel, todas las experiencias vividas impactan en el cerebro modificando su actividad y nuestro comportamiento. Es así como se forja nuestra identidad, factor importante en la etapa de la adolescencia.

Si tú eres permisivo y no pones límites razonables, estás ayudando a despertar a la bestia. Te conviertes en un factor de riesgo externo que favorece en la vida de tu hijo la aparición de los desórdenes que el consumo de sustancias implica en grandes franjas de tejido neuronal, que afectan a la motivación y el aprendizaje. 

3. Si fuera legal, se consumiría menos

No te engañes. No es verdad que la clasificación de una droga en legal ayude a controlar su abuso. En todo caso contribuirá a controlar su distribución y comercialización, suponiendo ello beneficios económicos en materia de impuestos, además de una normalización del consumo de porros y un descenso en la percepción de riesgo que desencadenaría un incremento en su uso.

Prueba de ello está en el alcohol y el tabaco. Ambas sustancias, legales en España, encabezan la lista de las drogas más usadas por la población y el inicio en su consumo es cada vez a edades más tempranas, con los consiguientes riesgos que esto conlleva.

4. Es una droga blanda

No le quites importancia. El 85% de las conductas adictivas que demandan atención sanitaria es por consumo de cannabis. Su impacto sobre la red neuronal es demoledor. 

Durante la adolescencia se produce la denominada “poda neuronal”. Es decir, se eliminan las conexiones neuronales que no tienen uso (poda) para fortalecer el desarrollo de otras zonas del cerebro más necesarias. Pero el consumo de cannabis altera este proceso generando problemas en la memoria, el aprendizaje y en funciones ejecutivas como la planificación, toma de decisiones, control de impulsos, problemas para mantener la atención, etc. Además, hay una relación directa entre el consumo de cannabis y la aparición de trastornos psicóticos, como obsesiones compulsivas o brotes esquizoides en adolescentes y jóvenes.

Conviene también apuntar aquí, que actualmente la ingeniería genética ha logrado modificar las plantas de tal forma que estas resultan “menos inofensivas” que las que habían anteriormente, existiendo hoy en día variedades más potentes, con altas concentraciones de THC (abreviatura de tetrahidrocannabinol, compuesto psicoactivo del cannabis).

Si tu hijo está comenzando a fumar porros o quizás lleva tiempo expuesto a sus efectos, su salud está corriendo un grave riesgo. Si necesitas asesoramiento para poder ayudarle, ponte en contacto con Clínica Efficiens, centro de desintoxicación en Córdoba y clínica de adicciones, donde te ofrecemos un tratamiento personalizado y adecuado a tus necesidades.

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