La adolescencia es una etapa vital caracterizada por el cambio en los diferentes aspectos de la vida y supone el tránsito progresivo de la infancia a la adultez. Una de las importantes tareas en este período por parte de la persona es la elaboración del concepto de sí misma, la conformación de su identidad, ante la confusión existente en su vida en ese momento. Esta tarea identitaria se puede prolongar hasta la edad psicológica adulta y conlleva diversos estados de identidad en los que la persona ha de comprometerse activamente en resolver las distintas crisis: difusión de identidad, aceptación, compromiso con los valores de otra figura significativa, valoración de las distintas alternativas y, por último, el logro de la identidad.
El proceso de individualización, que normalmente se relaciona con una paulatina autonomía del conjunto familiar y a una progresiva influencia del grupo de iguales (amigos), hace de la adolescencia una etapa crítica en lo referente a conductas de riesgo en general, y específicamente al uso de sustancias, siendo el momento en que se empieza a experimentar con ellas y donde se produce la mayor prevalencia de consumos.
De todas formas, conviene señalar que, en la mayoría de los casos, el empleo de sustancias ilegales es ocasional y remite al final de la etapa adolescente. Tanto es así que expertos llegan a considerar ese consumo esporádico como parte del proceso de búsqueda de identidad. Investigaciones que se vienen haciendo desde hace aproximadamente veinte años dan como resultado que casi la mitad de los consumidores de cannabis durante la adolescencia abandonan su uso durante la década de los 20 años, y que solo un 8% de ellos llegan a presentar abuso o dependencia.
El paso a la adultez, marcado por la asunción de responsabilidades como el inicio de la actividad laboral y la formación de una familia propia, es un factor que parece determinante en la disminución del consumo de sustancias. Por contrapartida, el retraso generalizado en nuestra sociedad de la adquisición del rol de adulto podría explicar la extensión del consumo hasta la adultez temprana. Aún así, es conveniente no bajar la guardia, ya que otros estudios determinan que parte de los adolescentes que usan drogas acabarán desarrollando una dependencia que condicionará de forma importante numerosos ámbitos de su vida en el futuro.
Ofrecemos a los padres que puedan acercarse a nuestro blog, algunas recomendaciones que puedan poner en alerta la sospecha de que un hijo puede estar consumiendo drogas. No obstante, lo que a continuación se presenta no son certezas, sino indicios, puesto que cada persona es única, cambiante y adaptable según las diferentes circunstancias y ambientes.
- Observar el grupo de amigos y el ambiente en el que se mueve.
Puesto que para el adolescente es tan importante el grupo de iguales, haga un esfuerzo por conocer los lugares que frecuenta: colegio, gimnasio, amigos, pero sin juzgar simplemente el aspecto exterior. Trate de conocer sus actividades. Es bueno para ello facilitar que los amigos vengan a su casa a estudiar o a pasar el rato. Si su hijo frecuenta amigos que consumen drogas o ambientes de riesgo, ponga mucha atención.
- Tener en cuenta el bajo rendimiento escolar.
¿Por qué su hijo, con capacidades intelectuales promedias y rendimiento escolar normal en el pasado, ahora, de repente, sufre un “bajón”? Hable con los profesores si no se explica ese cambio repentino.
- Controlar el manejo de dinero.
Conviene estar atento más o menos a la cantidad real de dinero que maneja el joven y en qué lo emplea. Si usted advierte que ha solicitado préstamos y lo llaman a la casa para cobrarle, ponga mucha atención, su hijo puede estar en problemas.
- Estar atento a la pérdida de objetos.
No sólo controle el dinero que su hijo maneja, controle también el suyo. Cuando un joven está consumiendo psicoactivos, busca dinero de cualquier forma para comprarlos. Si usted nota que desaparecen objetos, joyas, dinero de su casa, esté atento.
- Observar cambios en hábitos de comer y dormir.
¿Comienza a notar que su hijo duerme en horas de la tarde cuando nunca lo hacía? ¿Por la mañana le cuesta mucho ir al trabajo o estudio y de pronto se queda durmiendo en casa? ¿Nota que a veces come en exceso, sobre todo sabores dulces, y en otros momentos de horario de comidas no tiene apetito?
- Mentiras habituales.
Habiendo dicho su hijo que iría a determinado lugar, usted se entera que le ha mentido. Le dice que ha tenido unas compañías que luego no son ciertas. Le pide dinero para cosas que son falsas. ¿Esto ocurre con mucha frecuencia?
- Aparición de objetos poco frecuentes.
Observe en su cuarto las pertenencias y objetos habituales que tiene, estando atento a todo aquello que le resulte sospechoso de ser objetos que se usan para el consumo de sustancias como papel de aluminio, cucharas, balanzas pequeñas, encendedores, pipas, jeringas, papeles para cigarrillos, olor a quemado, cuchillas de afeitar, etc.
- Frecuentes cambios de humor.
Los cambios de humor imprevistos pueden ser un indicio de que el joven es está iniciando en el consumos de drogas. Su forma de ser habitual da paso a una súbita alternancia de estados de ánimos. Esto le hace pasar de la euforia a la anhedonia (incapacidad para experimentar placer), de la irritación a las lágrimas.
Conviene recordar siempre que la mejor manera que la mejor forma para percibir los cambios de comportamiento de su hijo es la comunicación y el contacto diario. A medida que se consigue un buen diálogo los problemas que existan se pueden abordar a tiempo y solucionar. Si existe dificultad para que surja esa comunicación, pida ayuda y consejo para que un profesional pueda darle las pautas adecuadas. En Clínica Efficiens, centro de desintoxicación en Córdoba, contamos con quien puede ayudarles en ese sentido, ofreciendo pautas de comunicación y actuación con el fin de lograr esa apertura que a veces parece no conseguirse. Quedarse en silencio esperando que “todo mejore con el tiempo” puede ser una pérdida de tiempo crucial para un abordaje eficaz y temprano.
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