La heroína es una sustancia altamente adictiva. Al principio, sus efectos son muy placenteros, lo que favorece un consumo continuado y repetido. Este consumo prolongado de heroína hace que el consumidor desarrolle rápidamente tolerancia. Es decir, para obtener el mismo efecto o evitar los síntomas de abstinencia, la persona necesita cada vez dosis más altas, siendo necesarias hasta 10 veces más al cabo de un cierto tiempo de consumo.
Con el tiempo, la heroína pierde la capacidad para provocar el bienestar inicial que causaba, lo que produce un malestar cada vez mayor. Si al principio la búsqueda del efecto placentero constituía la causa del consumo, con el paso del tiempo, lo que el heroinómano busca es aplacar el malestar que le produce la ausencia de la heroína.
Síntomas frecuentes en el síndrome de abstinencia de la heroína
La interrupción del consumo de heroína produce la aparición del síndrome de abstinencia (conocido popularmente como “mono”). Se trata de un conjunto de signos y síntomas entre los que destacan: ansiedad, agresividad, midriasis (dilatación pupilar), lagrimeo, sudoración abundante, escalofríos, temblores, “piel de gallina”, diarrea, náusea, vómitos, embotamiento mental, hiperactividad locomotora y dolores articulares.
El “mono” surge aproximadamente a las 8 horas de la última dosis, generando un profundo malestar entre las 36 y 72 horas y pudiendo durar hasta 10 días. Aunque el síndrome de abstinencia no significa un grave riesgo para la salud, es una experiencia muy temida por el adicto.
Comportamiento de un adicto a la heroína
Llega un momento en que toda la vida del heroinómano gira en torno a la búsqueda, obtención y consumo de la heroína. Los adictos a la heroína dejan de interesarse por su entorno, por su familia y por sus amigos. Todo su pensamiento gira constantemente en torno al consumo de la droga. Pierden el sentido de responsabilidad respecto a si mismos y a los que le rodean y, frecuentemente, no cumplen con las exigencias de la vida de estudio o profesional. Se encierran en sí mismos (aislamiento) y se limitan a un contacto superficial con el medio ambiente en el que viven.
Es habitual el abandono del grupo de amigos habituales, la disminución de la capacidad para ejercitar la labor aprendida, la pérdida de la actividad laboral y, finalmente, la marginación social.
Riesgos en la salud asociados al consumo de heroína
Además de la adicción, el consumo de heroína conlleva significativos riesgos y consecuencias negativas para la salud. Es preciso tener en cuenta no sólo la sustancia en sí misma, sino también los adulterantes utilizados en su manipulación, los malos hábitos higiénicos y las conductas y prácticas de riesgo a las que se asocia su consumo.
El uso crónico de la heroína inyectada provoca la aparición de venas cicatrizadas o colapsadas, infecciones de vasos sanguíneos, abscesos y otras infecciones de la piel y tejidos blandos, enfermedades hepáticas, cardíacas y renales. Las complicaciones pulmonares pueden ser consecuencia tanto de los efectos depresores de la heroína como de la mala salud del consumidor, que por sus hábitos higiénicos o estilo de vida condicionado por su adicción, es más susceptible de contraer enfermedades respiratorias (bronquitis, tuberculosis, etc…).
Algunos de los adulterantes con los que se mezcla la heroína pueden taponar los vasos sanguíneos de pulmones, hígado, riñones o cerebro, y causar infecciones y lesiones muy graves en estos órganos.
Compartir las jeringuillas u otros útiles de inyección, así como mantener relaciones sexuales sin protección, provoca infecciones por virus como el de la inmunodeficiencia humana (VIH), los de la hepatitis B y C, etc…
Si necesitas ayuda o conoces a alguien que pueda necesitarla, busca ayuda inmediatamente. Intervenir en los inicios del consumo es crucial para parar a tiempo de que se producza un deterioro irreversible en la persona. En Clínica Efficiens, centro de desintoxicación en Córdoba sabemos cómo ayudarte.